viernes, 25 de febrero de 2011

… Y ese día, duró un año.

Un día sentí que, hiciera lo que hiciera, estaba atrapada.
Me pierdo, me encuentro y me vuelvo a perder. Como el juego de la rueda: “me agacho y me vuelvo a agachar”… Porque estoy en un círculo. Porque la ballesta dispara justo a la altura de mi cabeza. Porque el péndulo vuelve atrás cada rato. Porque es el cuento de nunca acabar.
- ¿Quieres que te lo cuente otra vez?
- ¡No!
- No te he dicho que digas ¡No!. He dicho que si quieres que te cuente el cuento del gallo pelao.
- ¡No, por favor, ya no más!
- No te he dicho que digas ¡No, por favor, ya no más!. He dicho que...
 
Estoy cansada. Me canso de luchar continuamente y sin descanso, contra todo y contra todos. ¿Y yo? Ya ni sé dónde estoy.
Soy yo quien no tiene suelo donde pisar.
Vuelve el calor. Y con él, un nuevo año. Todo continúa en el mismo sitio, en la misma nada.
Oigo la vida ahí fuera. El mundo sigue girando.
Giro sin rumbo, en sentido contrario. Sin dirección. Sin sentido. Dentro de la no dirección, dentro del sin sentido.
Cada día avanzo. Cada día retrocedo. Cada día, me muevo sin movimiento aparente. ¿O soy yo, que no consigo verlo?
Siento, pienso, hago. Nada sirve de nada.
Un día más, un año más, en la cuenta sin fin de la no Vida.
¿Dónde van a parar mis deseos? ¿Dónde mis sentimientos? ¿Dónde, todo lo que pienso?
Sí, ya sé. Ya sé. Nada existe. Todo es un mundo inventado que nadie, excepto yo, puede ver. Estoy inmersa en mi propia “teoría del cine”.
Yo los veo, ellos a mí no. Les grito, no me oyen.
Querría saber que no existe el futuro. Pero ahí está, cada día, dando señales de su propia e inexorable vida.
Siento la tormenta en mi interior. La calma exterior, me exaspera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario