sábado, 26 de febrero de 2011

Un día recordé. Quise hablarte... Tú, como siempre, nunca estás.

Ayer, 18 de diciembre, hizo 18 años que murió mi padre.
He recordado quién estaba en esta casa ese día y quién está hoy.
Y qué diferencia con la muerte de mi madre el año pasado…

Esa hora esperando, desesperada, la ambulancia,… A las 11h, esperando, ya en el hospital, en el pasillo de ¿Urgencias? De pie, junto a la camilla, sujetando su mano y hablándole con una sonrisa, intentando hacerle sentir que no estaba sola, que yo estaba allí acompañándola … A las 15h, entramos a la consulta de valoración, solté su mano y me senté en aquella silla mientras la doctora decía que llamara a alguien para que me acompañara en ese momento de final, de una muerte ya comenzada, que sería en unas horas… Volvimos al pasillo de ¿Urgencias?, volví a sujetar su mano, volví a hablarle y a sonreírle, y me quedé allí, de pie junto a ella… A las 20h, la llevaron a observación, nos dejaron en aquella habitación con decoración infantil, separadas por un cristal del resto de enfermos que necesitaban ser observados. Me senté en el sillón que había junto a su cama, sujeté su mano, le sonreí y le hablé y le conté historias divertidas… Cuando llegó Sole y me preguntó si había comido, recordé que no lo había hecho en todo el día… Cuando, por fin, llegaste y se fue Sole, recordé que tampoco había ido al servicio en todo el día… y fui un momento, aprovechando que ya estabas allí,… y lloré un poco, … Y volví a entrar y a sentarme en el sillón y a sujetar su mano y a sonreír,... A las 6h, dejó de respirar…

Aquel día no comí, pero el resto de los días que, desde entonces, he seguido viviendo, he comido, y he tenido que comprar y hacer la comida y encargarme de pagar facturas de agua, luz, Ibi, comunidad, seguro, teléfono,… hacer que todo vaya medio funcionando a pesar de todo lo que se va rompiendo,… Tratando de mantener una estabilidad, a pesar de todo… y todo sin compañía y consuelo en mi duelo… Porque yo sí he seguido cargándome con toda la responsabilidad. Porque yo sí quiero a mi hijo… Y he seguido sonriendo.

De chorradas, no necesito cargar con ninguna. Esas, para con quien compartas los días, los gastos, los viajes, la compañía, la diversión, las tristezas y las alegrías,… los pequeñísimos ratos de hospital y los consuelos por la muerte de un padre.

Padezco el abandono de los vivos. Agradezco la compañía de los muertos.

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