La Puerta. (Fotografía: Yul.) |
Mi tiempo se filtraba ,
entre las rendijas
de la desvencijada puerta
que no cierra jamás.
Cuando sonó nuestra canción,
deseaba tanto bailar.
Tú en cambio, no,
tú sentiste miedo,
ese miedo que a veces,
sin saber por qué,
te paraliza.
Y sentí tu frío.
Sentí cómo el calor
abandonaba tu cuerpo.
Cómo el dolor volvía,
inundando de nuevo
el vacío que llena
las entrañas que,
desgarradas, te desangran.
Me acerqué a ti,
uní mi cuerpo al tuyo,
envolví con mi calor tu frío.
Rocé tus labios con los míos.
Bebí de tu tristeza,
vertí en ti mi alegría
y te susurré al oído
que te quería.
Y ahora, baila,
te dije, baila conmigo,
lo necesito.
Recorriste con tu mano mi espalda,
me atrajiste hacia ti con ternura,
besaste dulcemente mi boca.
Y dejando salir un te quiero,
abrazados bailamos,
mientras la vida volvía.
Yul.
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