Tormenta |
Con
el afilador, llega el viento. Porque es él quien mueve el aire a su
antojo. Como flautista de hamelín, capaz de emitir sonidos dulces y
penetrantes, atrae tras de sí vientos y tormentas. Avisa. Desde lejos se oye llegar. Avanza lentamente, abriéndose
camino en día soleado. Hendiendo el azul cielo, como cuchillo en la
mantequilla. Suave, despacio, sin descanso, pinta de gris la bóveda
celeste. Las nubes lo siguen en su peregrinar. Los árboles vuelven
sus ramas a cada paso. A su espalda arrastra pesada la tormenta. Con
lentitud desoladora, arrasa las hojas caducas del Tiempo. A su paso se abre un camino de Arcoiris, que limpia y refresca los pensamientos.
Yul.
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