Hay
días grises. Y días que, aún con un sol pintado sobre lienzo
azul, el negro nubarrón oscurece el sentido del sinsentido.
Días
que llueve fina lluvia. Y días que la tormenta desdibuja las caras
de la gente al pasar. Porque pasan y no dejan huella. Porque ni se
interesan por pasar, porque no ahondan en mi interior. Dejando que mi
herida cauterice en soledad.
Lluvia. (Yul) |
Ahí
siguen pasando, bajo sus paraguas negros. Recubriendo su negro
corazón.
Y
ahí sigo, tras los cristales.
Rebosando ennegrecidas gotas, el
alféizar de mi ventana.
Uniendo hojas, y formando palabras.
Comunicando mi espíritu, con el tronco del árbol.
Enredando mi
pelo, en sus frías ramas.
Abrazando
su sabia, tragando su alma.
Ojos
de pantera, sangre en las venas.
Hundiendo
las uñas, en su sombra oscura.
Verde,
rojo, negro, todo retumba.
Y
a nadie le importa.
Ya nadie pasa.
Ya enmudeció el alféizar,
tras la ventana.
Yul.
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